Ciencia ficción de
misiles, explosiones, peleas a lo Power Rangers y monstruos, precisamente, a lo
Guillermo del Toro. Eso es lo que promete el tráiler de Titanes del Pacífico y
eso es lo que nos brinda.
Todo en esta película
está al servicio del show, de lo exagerado, de la opulencia que se permiten los
directores que saben usarla bien; cada día surgen del mar bestias
extraterrestres, los kaijus, irracionales y enormes a las que sólo se puede detener
destruyendo la mitad de la ciudad que ellas no habían atacado.
Por alguna razón este
método espectacular y a lo gorila para defender a la humanidad es el único que
se les ocurrió a los líderes de todo el mundo, cuando resultó que ya no era tan
eficiente estos mismos le dan un ultimátum al políticamente inepto comandante
del programa y lo envían junto con todos sus robots a un cuartel costosísimo y
sin filiación a nación alguna en Hong Kong.
Un frágil muro que
cubra todas y cada una de las costas del pacífico y que consuma la mitad del
hierro disponible sería nuestra nueva defensa.
Así que no se preocupe
lector, no verá una de esas películas casi burocráticas donde un carismático
presidente de los EE UU resuelve el día para todos. No verá tampoco escenas
ultra detalladas donde se invierte más en el equipo de programadores que el de
escritores.
En todo caso no
dejará de darse cuenta de que está
viendo un filme de Del Toro, todo tiene su sello:
Los personajes -todos
con traumas familiares-, las máquinas, un contrabandista salido de Hell-boy
quien es el único que aprovecha el potencial económico de los cadáveres (los
kaijus destruyen las megalópolis y el mercado negro es el único con la
concesión explícita para sacar dinero de ello) y como en toda película de CF
con miras al éxito, un par de científicos excéntricos que confirmen todos y
cada uno de los clichés sobre ellos, en efecto, el matemático con problemas
psicomotores necesita llenar más de cinco pizarrones para calcular una
proporción inversa (el número de monstruos que aparecen aumenta y el lapso en
el que lo hacen disminuye)
Por último, dado que
en toda la base militar sólo hay dos investigadores (un biólogo que apenas
recibió su doctorado y el matemático antes mencionado) es natural que la
brillante solución al conflicto no provenga de la ciencia sino del comandante
valiente pero en el fondo cariñoso y protector.
En fin querido lector,
le recomiendo preparar sus ojos y sus oídos para ver esta película y le pido no
se pregunte por qué es una buena idea decidir en un instante detonar una bomba
atómica en medio del Pacífico.
Ah y por cierto, no
olvide verla en 3D.
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