Por Diego I. Pescador
México parece un lugar extraño para escribir ciencia ficción aunque sea un lugar adecuado para casi cualquier género que requiera fantasía o surrealismo. Parece que al no haber sido nunca puntero en algún desarrollo científico o tecnológico este género no tendría autenticidad o que no podría “mexicanizarse”
México parece un lugar extraño para escribir ciencia ficción aunque sea un lugar adecuado para casi cualquier género que requiera fantasía o surrealismo. Parece que al no haber sido nunca puntero en algún desarrollo científico o tecnológico este género no tendría autenticidad o que no podría “mexicanizarse”
Sin embargo, la ciencia ficción ya había surgido en la mismísima Nueva España del siglo XVIII y luego siguió escribiéndose en las primeras décadas de nuestra historia independiente. De hecho “aún no había terminado la dominación española cuando el fraile ilustrado Manuel Antonio de Rivas escribió en Mérida, Yucatán, el relato “Sizigias y cuadraturas lunares” (Fernández, 2002)
Durante el siglo XIX, unas décadas después de la revolución de Independencia, aparecieron también algunos cuentos de ciencia ficción. A partir de 1844 -año en el que Sebastián Camacho Zulueta trató de imaginar cómo sería México en el año 1970 en el cuento del mismo nombre- aparecieron al menos una decena de cuentos más.
Estos textos tenían cierto tono moralista y filosófico más que de difusión –o de divulgación, tal vez- de los avances técnicos de la época. Al igual que en muchos de los antecedentes del género, estos cuentos retratan las ventajas un tanto exageradas de una sociedad tecnificada.
Aquellos autores que escribieron textos futuristas (queda claro que ellos no consideraban a sus creaciones como ciencia ficción) describen un México en el que los funcionarios están libres de corrupción y las buenas costumbres predominan entre la población. El dominio del globo aerostático es otra predicción constante; desde 1527 el tráfico excesivo en las calles de la capital ya era un problema así que el sueño de la solución a este es ya un asunto viejo.
Llama la atención como en un contexto científico tan pobre como el del virreinato haya personas que proyectaran de una forma u otra el futuro de la sociedad y en todos los casos esta sería avanzada en lo tecnológico y por ello sería pura en lo moral.
“Dichos relatos tienen un gran valor histórico, pero casi nulo como piezas literarias” de manera que lo que hay que reconocer aquí no es la belleza de estas historias entre la terrible literatura de la época, sino la innovación en la temática y en la clase de ideas que son tratadas en un ambiente tan limitado.
Por supuesto hay excepciones a esto; el viaje mental por el universo de Pedro Castera Un viaje celeste tiene una lírica similar al Star Maker de Olaf Stapledon.
En todo caso es innegable que estos relatos pueden conmover a cualquiera porque ya podemos ver en retrospectiva como fue el verdadero México en el año 1970 y pensar en lo acertadas, exageradas o hasta infantiles que pueden ser las historias sobre el futuro que escribimos hoy.
Aquí puedes leer el cuento Un viaje celeste de Pedro Castera escrito en la primera mitad del siglo XIX.
Visita la próxima semana para enterarte de como el Roñas y su mamá salvaron el mundo desde Tepito
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EXCELENTE TU TRABAJO, REALMENTE TIENES TALENTO PARA LA INVESTIGACIÓN, UN INVESTIGADOR INNATO NO ESPERA UN BUEN TEMA PARA ESCRIBIR E INDAGAR, LO BUSCA Y LO CONSTRUYE. FELICIDADES DIEGO IVAN, SIGUE POR ESE CAMINO QUE YO SEGUIRÉ TU BLOG!!!!
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